Reduflación editorial

El mercado, que se las sabe todas, se ha inventado una triquiñuela bautizada como reduflación, un tecnicismo pretencioso para denominar un timo. Consiste en vender un poco menos de lo que parece que compras; o sea, quitar una miajita de ColaCao del bote, que mantiene el tamaño y el precio. Pues bien, las editoriales descubrieron hace tiempo su particular reduflación: si subo los precios, compran menos libros; si bajo un poco la calidad de alguno de sus componentes, nadie lo nota. El sistema más eficaz para ello es que sean menos los profesionales que participan en la producción del libro y que cobren menos (o que cobren lo mismo que hace 10 años, que es lo mismo que cobrar bastante menos).

En esa dinámica, uno de los eslabones que más hachazos ha recibido ha sido la corrección, es decir, el mecanismo de control de calidad de la lengua. Si hace tiempo se hacían tres correcciones de cada libro y con profesionales bien entrenados y formados no era porque a las editoriales les gustara perder tiempo y dinero, sino porque se sabe que así se optimiza la calidad lingüística del libro; por tanto, es fácil colegir qué pasa cuando un libro solo pasa por una o dos correcciones; o ninguna. Si, además, el libro lo corrige un profesional que acepta una tarifa con la que no se puede mantener una dedicación laboral de calidad o alguien que no es un solvente (acepción 5 del DLE) corrector profesional, lógicamente, se resentirá el texto que le llega al lector. Es decir, si se mantiene el precio del libro, pero se rebajan la calidad de una de sus materias primas (la lengua) y el cuidado que se pone en la edición, entonces ya tenemos el equivalente editorial de la reduflación: parece que compras lo mismo y que quien le ha puesto precio es generoso con el comprador y el lector, pero no.

Eso es una realidad ya hace tiempo, lo que me lleva a escudriñar un libro antes de comprarlo. Para ello ayudan los fragmentos de muestra que facilitan en línea algunas editoriales, como el que vi recientemente anunciado en las redes: autor prestigioso (con todo merecimiento), traductora prestigiada y empresa editorial que dice cuidar mucho sus ediciones (bueno, eso lo dicen todas): debía de ser canela en rama. El fragmento para catar tiene ocho páginas y en ellas hay bastantes errores de puntuación, que harán que no compre el libro.

Pero como aquí lo que hacemos es aplicar una dosis de atutía a los males de los textos, veamos los errores y su solución. He mantenido las estructuras del libro de marras, pero he cambiado las palabras. ¡Ah!, van algunos párrafos de alto contenido gramatical, que pueden herir la sensibilidad del lector; están en morado, de manera que, al llegar a ese color, quien quiera, puede saltárselos en vez de salir huyendo.

Siempre me alegraron, y estoy muy apremiado por los admiradores.
Siempre me alegraron y estoy muy apremiado por los admiradores.
No va coma ante conjunción copulativa salvo contadas excepciones, bien descritas en la OLE. Esto…, un asuntillo que quizá alguien pase por alto: para ser corrector, hay que conocer la OLE al dedillo; para ser buen corrector, hay que sabérsela y consultarla una docena de veces en cada trabajo. Y yo diría que en este libro… reduflación.

Sabía que no era bonito, aunque si Olegario lo había querido, yo no iba a ir en contra de su decisión.
Sabía que no era bonito, aunque, si Olegario lo había querido, yo no iba a ir en contra de su decisión.

Bastaría con que la angustia se le detuviera un minuto o dos, y llegaría la calma.
Bastaría con que la angustia se le detuviera un minuto o dos y llegaría la calma.
Esta puede ser una de las contadas excepciones (la b), pero por los pelos; lo cierto es que esa coma entorpece la integridad semántica y sintáctica de la oración.

Vamos con un poco de análisis sintáctico. Ahí hay una oración subordinada que es la prótasis de una estructura condicional y que está incrustada en una oración adversativa. El caso es que una subordinada incrustada en otra estructura debe ir acotada entre comas. Y, si se considera que es un inciso, con más razón.

Es posible que muchos lectores (en general y de este blog) no hayan entendido ni una palabra del párrafo anterior. Claro, porque quien debe entenderlo, conocerlo y aplicarlo es el corrector del libro para que el lector o comprador reciba un producto de la calidad que se le supone. En este caso no es así y, ¡uy, otra vez!, de ahí la reduflación.

Sigo aludiendo a él como mi marido, aunque en realidad estamos divorciados.
Sigo aludiendo a él como mi marido aunque, en realidad, estamos divorciados.

Resulta que este aunque no es igual al del ejemplo anterior; este es una conjunción concesiva y el otro era una conjunción adversativa; por eso y porque la prótasis de esta oración compuesta concesiva va después de su apódosis, no va coma antes de la conjunción. Lo que sí debe ir entre comas es el conector del discurso (en realidad) porque está en posición medial.

Es posible que… Sí, vuelve al último párrafo negro, que aquí va igual: la reduflación.

Se aguantaba, y yo notaba que le molestaba todo.
Se aguantaba y yo notaba que le molestaba todo.
Quizá ya sepamos todos que no va coma ante conjunción copulativa salvo contadas excepciones bien descritas en la OLE. Pues no, parece ser que todos no lo sabemos.

Sus primos me sonrieron, y yo intenté consolarlos, cantando jotas.
Sus primos me sonrieron y yo intenté consolarlos cantando jotas.
Que nooo, que no va coma ante conjunción copulativa y esta tampoco es una de las excepciones bien descritas en la OLE. Además, no se separa el complemento circunstancial (CC) de su verbo y del resto de elementos esenciales de la oración; sí, ese cantando jotas es un CC de modo.

Por raro que resulte, no me impedía comer, y hallaba la manera de silenciar mi hambre.
Por raro que resulte, no me impedía comer y hallaba la manera de silenciar mi hambre.
¡Y vuelta la burra al trigo!

Y cuando ya estaba hasta el moño de comas que rompen oraciones coordinadas copulativas, para que me sangren más los ojos, el horrorismo del plural distributivo.
Tanto mi abuela como mi prima eran personas que estaban al final de sus vidas.
Tanto mi abuela como mi prima eran personas que estaban al final de su vida.

Todo eso en las ocho primeras páginas de un libro editado por una editorial que presume de tener varios premios dice mucho. Así que yo no voy a pagar los 20,95 euros que cuesta porque cada vez me quitan más ColaCao del bote.

Nimiedades caniculares

El verano es propicio a la galbana, así que para evitar movimientos innecesarios rebuscando en la alacena un bote de atutía que remedie alguna fruslería textual aquí van cuatro preparados exprés de dosis única. La selección responde a un criterio básico: estoy harta de encontrarme esos errores, tanto en textos que corrijo como en libros que leo por puro placer; un placer que, en cuanto encuentro uno de esos errores, se me corta cual mayonesa preparada con huevo recién sacado de la nevera.

Una tilde que no va

A veces como es una conjunción, no un adverbio; es decir, no introduce la manera en que ocurre algo, sino que anuncia que acontece algo. Pues bien, en ese caso, no lleva tilde. Está explicado con detalle en otra dosis de atutía y para resolverlo rápido basta con sustituir como por que; si dice lo que tenía que decir, es conjunción.
Pudimos oír cómo como [= que] le gritaba a su hermano. […] Me contaba cómo como [= que] durante mucho tiempo no había hecho otra cosa sino leer. […] Me pasé todo el día sentado observando cómo como [= que] iba convirtiéndose en otra persona.

Las tres frases anteriores pertenecen a una novela de un premio nobel publicada en España por un gran grupo editorial. Ninguno de los tres como debe llevar tilde (si bien, sin contexto, el tercero admite cierta discusión). ¿Por qué no ha tenido una buena corrección? Porque como ningún lector se quejará, nos timan: extraordinario autor, buenísimo traductor, excelente maquetación, buenísima impresión, notable mercadotecnia y superlativa distribución, pero nula o pésima corrección; y varias correcciones buenas es el mecanismo de control de calidad de un texto, así que sin ellas el producto que se vende está mal acabado y poco cuidado.

El verbo haber es impersonal

Hay más detalles en el apartado «Conjunciones capadas» de la dosis de atutía dedicada a la impersonalidad, pero la prueba del nueve para este verbo impersonal no puede ser más sencilla.
Ya de buena mañana hayan hay muchas medusas en la playa.

¿Que eso no lo dice nadie? Claro, eso no lo dice nadie, pero esto otro…
Ya de buena mañana habían muchas medusas en la playa y por la noche habrán muchas muertas en la arena.

Eso es bastante frecuente y es el mismo horrorismo. Así que lo único que hay que hacer es pensarlo en presente para recordar que, cuando denota existencia, el verbo haber solo se conjuga en tercera persona del singular.
Ya de buena mañana había muchas medusas en la playa y por la noche habrá muchas muertas en la arena.
Y juro que han ha habido un montón de personas a las que les he oído esos habían y habrán, entre ellas gente ilustre e ilustrada.

No va coma antes de la conjunción y, salvo excepciones

Esto no es corto, así que para quien quiera la versión completa hay una dosis de puntuación dedicada a ese agujero negro formado por una conjunción y una coma.

Le ofreció la única butaca de la sala, y ella se sentó como si estuviera cómoda.
Esa frase, modificada, sale de un libro de un autor de prestigio, bien traducido, bien editado… y mal corregido. No hay razón que justifique la coma antes de la conjunción; es más, no hay ninguna excepción a la norma general que permita ponerla.

La misma mujer que se había quedado cerca de él en el exterior del teatro, como absorta en una especie de preocupación cotidiana, ahora se alejaba, y utilizaba, una por una, todas las formas de su seguridad.
Esa frase, modificada, sale de un libro de un autor de prestigio, bien traducido, bien editado… y mal corregido. No hay razón que justifique la coma antes de la conjunción; es más, no hay ninguna excepción a la norma general que permita ponerla. Sí, esta última frase es la misma de dos párrafos antes, pero es que en ese libro el dichoso error de la coma aparece una y otra vez, como si respondiera a la necesidad del traductor (o del editor o del corrector) de respirar, de reflexionar o de hacer una inflexión de la voz al leer en voz alta.

Hay (y había y habrá) quien explica como las comas están para respirar en la lectura. Si así fuera, habría que hacer al menos tres ediciones de cada libro: una normal, otra para practicantes de buceo en apnea (con menos comas que especímenes de foca monje) y otra para asmáticos (con comas a troche y moche). A ver si el criterio para ubicar las comas no es respiratorio ni reflexivo ni ornamental; a ver si va a ser sintáctico y resulta que para puntuar hay que analizar la estructura de la oración.

La plaga de realizar

Y una nimiedad léxica: en nombre de Fernando Lázaro Carreter (cada uno le pone altar al santo que quiere), restringid y limitad el verbo realizar. Es que me he encontrado —en un solo y breve texto— realizar un estofado (cocinar, preparar, estofar, elaborar), realizar la suma (sumarcalcular, operar, solucionar, resolver), realizar mediciones (medir), realizar experiencias (experimentar, poner en práctica el experimento), realizar el seguimiento (seguir, vigilar, observar, monitorizar), realizar actividad física (moverse, hacer deporte), entre otros realizares. ¡Ah!, por cierto, el verbo hacer no da calambre.

Esto es lo que era (relativos -y 2-)

Al final de la anterior dosis de atutía quedaban sobrevolando unos trastornos relacionados con el uso de los pronombres relativos. Si alguien creía que no hay manera de meter la pata con los relativos, aquí empieza la diversión.

EL RELATIVO donde NECESITA UN ANTECEDENTE DE LUGAR

El uso de donde como relativo da lugar a horrorismos tan frecuentes como inexplicables, así que insistiremos: el relativo donde necesita un antecedente de lugar; por tanto no sirve cuando el antecedente es temporal; ahí va bien un cuando:
La tía Perfecta cenaba crema de zapallo los jueves, donde iba a verla su sobrino.
La tía Perfecta cenaba crema de zapallo los jueves, cuando iba a verla su sobrino.

Además de ese cuando, siempre funciona un relativo general formado con que o cual:
¡Qué pena de época!, donde cuesta más un pantalón roto que un mantón de Manila.
¡Qué pena de época!, en la que cuesta más un pantalón roto que un mantón de Manila.

Tampoco sirve un donde cuando parece que el antecedente es un lugar, pero, en realidad, se refiere a un ente:
Ya no dan acelgas con patata los restaurantes de mi barrio, donde quieren parecer tan modernos que todo lo verde lo pasan por la minipímer y dicen que es un esmuzi.
Ya no dan acelgas con patata los restaurantes de mi barrio, que quieren parecer tan modernos que todo lo verde lo pasan por la minipímer y dicen que es un esmuzi.

O, incluso, un concepto:
Marcel no se acostumbra a esa situación, donde para vender unas magdalenas hay que tener el First Certificate.
Marcel no se acostumbra a esa situación, en la que para vender unas magdalenas hay que tener el First Certificate.

Y, lo que es peor, a veces aparece un donde sin que haya oración de relativo:
Esa casilla de señora o señorita la va a contestar Rito el Cantaor, donde una mujer no tiene por qué dar más explicaciones de su vida que un hombre.
Esa casilla de señora o señorita la va a contestar Rito el Cantaor, ya que una mujer no tiene por qué dar más explicaciones de su vida que un hombre.

Hasta hay quien usa donde para introducir una explicación:
La situación se volvió insostenible donde llovían críticas de todas partes.
La situación se volvió insostenible y por eso llovían críticas de todas partes.

LO QUE DICE UNA COMA ANTES DE UN que

Vamos con la perogrullada: una oración explicativa es la que explica algo del antecedente y una oración especificativa es la que especifica el antecedente. ¿Que cómo se nota por escrito que es una cosa o la otra? Pues con unas comas:
♦ El abuelo, que no se quitaba la boina jamás en público, estaba calvo perdido.
♣ El abuelo que no se quitaba la boina jamás en público estaba calvo perdido.

En la primera frase se habla de un abuelo, el único posible, y de él se dice que no se quitaba nunca la boina. En la segunda frase, se dice que, de entre varios abuelos, uno llevaba boina y no se la quitaba nunca, lo cual no permitía verle la calvorota.

Esa diferencia se marca al hablar con sendas pausas y con una entonación característica. Es algo así como si dijeras: «El abuelo, que, dicho sea de paso, no se quitaba jamás la boina en público…». Y eso mismo se expresa mediante las dos comas que encierran la explicación. Por eso hay que fijarse en si se pone una coma detrás del relativo o no, para así decir lo que se quiere decir, no otra cosa:
♦ Soledad, no quiero que toques la nave intergaláctica nueva que está en el garaje.
♣ Saturio, no quiero que toques la nave intergaláctica nueva, que está en el garaje.

El extraterrestre que le habla a Soledad tiene más de una nave nueva y le da lo mismo lo que hagan con las que están aparcadas en la calle; sin embargo, la que tiene en el garaje debe de ser la niña de sus ojos. En cambio la extraterrestre que le habla a Saturio le advierte de que ni se acerque a la nave nueva, la única nave nueva; para más señas, está en el garaje.

CONDICIONES PARA UN cual

El relativo que es uno de los que da menos problemas y de los que más naturalidad le confiere al texto. Y otro de amplio espectro es cual/cuales; amplio, sí, pero no universal, ya que tiene algunas limitaciones.

Antes de el cual, y sus derivados, tiene que haber una preposición o una coma:
♦ La nave intergaláctica de la que te he hablado solo la tapizan de Vía Láctea.
♣ 
La nave intergaláctica nueva, la cual vamos a coger solo los fines de semana, estará tapizada de agujero negro; y no se hable más.

La segunda frase es explicativa. Si Saturio o Soledad tienen varias naves nuevas y quieren hacer la frase especificativa (quitando la coma) tienen dos soluciones: o cambiar de relativo o poner una preposición:
La nave intergaláctica nueva la cual vamos a coger solo los fines de semana estará tapizada de agujero negro; y no se hable más.
La nave intergaláctica nueva con la cual vamos a viajar solo los fines de semana estará tapizada de agujero negro; y no se hable más.
La nave intergaláctica nueva que vamos a coger solo los fines de semana estará tapizada de agujero negro; y no se hable más.

Nunca es correcto usar el cual sin coma o sin preposición; esa es la norma para escribir. Ahora bien, lo importante es percibir la diferencia de significado según haya una coma antes del relativo o no:
El camarero que tira bien las cañas es un borde. ⊗ El camarero el cual tira bien las cañas es un borde.
El camarero, que tira bien las cañas, es un borde. = El camarero, el cual tira bien las cañas, es un borde.

La suerte es que, ante la duda, el relativo que bien combinado con una preposición, y con unas comas si las necesita, funciona siempre:
Ese jersey, que pica una barbaridad, se lo hizo su suegra, y claro…
La piscina en la que me bañé tenía mucho cloro y demasiadas pirañas.
Las pinzas con las que te depilas las cejas son una porquería.
Va y el concierto es justo la noche en la que me toca guardia.
El pequeño es el geranio al que siempre tengo que quitarle los pulgones.
Esa es la amiga con la que no querría ir de vacaciones.

La coma (y 4, antes de y)

Esta va a ser la última entrada dedicada a la coma (ya era hora, sí) y va a tratar el pesadísimo asunto de la coma antes de conjunción copulativa o disyuntiva.

La doctrina tradicional es que antes de conjunciones copulativas y disyuntivas nunca va coma; y, claro, ese nunca hace que casi cualquier doctrina valga poco. Así que vamos a dejarlo en que casi nunca va y veamos ejemplos de uso incorrecto o innecesario; y otros de comas muy bien puestas delante de conjunciones copulativas. Antes de empezar, vale la pena recordar que las conjunciones copulativas son y (y su variante e), ni, que, y que la disyuntiva es o (y su variante u), y así, como el que no quiere la cosa, en este párrafo ya van unos cuantos ejemplos de coma antes de y.

Como punto de partida hay que pensar que cuando la conjunción y está entre dos oraciones las une, así que no hay motivo para separarlas con una coma.
Va a por bebidas, y entre ellas trae un orujo de cerezas que no hay quien se beba. 
Va a por bebidas y entre ellas trae un orujo de cerezas que no hay quien se beba.

En la frase anterior cabe la posibilidad de considerar que hay un inciso, que irá entre comas; pero entre dos, que abrirán y cerrarán el inciso, no antes de la conjunción.
Va a por bebidas y, entre ellas, trae un orujo de cerezas que no hay quien se beba.

A pesar de una especie de leyenda que se extiende, impulsada por los calcos del inglés, el principio general rige aunque el sujeto de las dos oraciones sea distinto. Vamos a repetirlo porque hay cierto empeño en que no sea así: que dos oraciones unidas por la conjunción copulativa tengan distinto sujeto no es motivo para poner una coma antes de la conjunción.
♦ La tía Agustina hacía las mejores longanizas de la provincia y la tía Peregrina era imbatible con las morcillas.
♦ Estoy pensando en irme de vacaciones a Túnez y Grecia también es una buena opción. Ni los tunecinos son asesinos ni los griegos unos apestados.

Muy bien, y ahora que está claro el patrón general, veamos casos en los que puede, y a veces debe, ir una coma antes de una conjunción copulativa o disyuntiva.

— Es frecuente, aunque no obligatorio, poner una coma delante de la conjunción si la primera oración es larga.
Las dos bandas de música que patrocinaba la empresa de alpargatas del pueblo se ofrecieron a participar en las fiestas de aquel año que llovía tanto que no pudieron sacar la virgen en procesión por miedo de que se le estropeara el manto bordado en oro, y el que al final decidió cuál salía fue el del trombón, que tocaba en las dos.
¿Que cómo de larga ha de ser una oración para considerarla larga? ¡Qué buena pregunta!

— Cuando esa y significa pero. En este caso la coma es optativa.
∼ Mi amiga se ha ido a vivir a París, y su novio se ha quedado aquí.
∼ Mi amiga se ha ido a vivir a París y su novio se ha quedado aquí.

— Cuando la conjunción une todo lo que va detrás con todo lo que va delante; dicho de otra manera, cuando antes de la y hay otra y.
Se fueron los suevos y los alanos y llegaron los godos. Pretendían conquistar el reino y cambiarlo todo y establecer su poder. 
Se fueron los suevos y los alanos, y llegaron los godos. Pretendían conquistar el reino, y cambiarlo todo y establecer su poder. 

— También se escribe coma antes de la conjunción si lo que la precede es una enumeración y lo que va después no es un elemento de esa enumeración.
♦ Ampliaron la aceras, cambiaron el pavimento, pusieron farolas nuevas, adecentaron las paredes, y ahora la ocupa la terraza de un bar.
♦ Han privatizado servicios sanitarios, han entregado el control de puertos y aeropuerto a consorcios privados, han dejado que los centros religiosos acaparen una buena parte de la enseñanza, les han dado privilegios inusitados a las eléctricas, les han regalado el agua a los oligopolios, y se extrañan de que esperemos como agua de mayo opciones políticas nuevas.

Los parecidos de esta entrada con la realidad no son mera coincidencia: la longaniza de la tía Agustina y las morcillas de la tía Pere eran memorables.

Y ante la duda, las comas mejor echarlas de menos que de más.

La coma (3, entre oraciones)

En la anterior dosis de atutía anuncié que la siguiente sería el ungüento para separar oraciones simples que forman una compuesta. Pues aquí va.

El principio general es que siempre que la oración subordinada vaya delante de la principal, se pone una coma entre ellas.
Aunque parezca que lo de las comas es un lío, acabas cogiéndole el tranquillo.
Si esperas encontrar normas claras y sencillas, olvídate de aprender a puntuar.

Puede servir de pista que estos ejemplos se parecen mucho a los del apartado «Separar un complemento adelantado de la oración» de la entrada anterior. Esa misma pista lleva a pensar que si las dos oraciones que forman la compuesta estuvieran en el orden inverso (la principal antes que la subordinada), no habría coma de separación.
Acabas cogiéndole el tranquillo aunque parezca que lo de las comas es un lío.
Olvídate de aprender a puntuar si esperas encontrar normas claras y sencillas.

Ahora bien, en las oraciones compuestas en las que una introduce una restricción, una salvedad o una objeción a la otra, va coma entre ambas, independientemente del orden.
No quería comer más regaliz, salvo que trajeran el rojo. Aunque teniendo en cuenta el atracón que se había dado, era mejor que dejara de comer. Le habían dicho que la merienda iba a ser ligera, pero no se imaginaba que solo hubiera chuches y vino. Si bien le gustaban ambas cosas, le parecía un surtido raro para un entierro.

Para no poner más tecnicismos gramaticales, baste decir que ese tipo de oraciones van introducidas por: salvo, menos, excepto, pero, mas, si bien, aunque, sin embargo, sino. ¡Bien!, esa lista es muy útil, salvo que la última conjunción, sino, no va precedida de coma cuando significa algo así como ‘más que’, ‘salvo’, ‘excepto’, ‘aparte de’. Y ya es raro, puesto que antes de salvo y excepto sí va coma; lo dice la Ortografía de la RAE, así que reclamaciones al maestro armero.
No plantaría más flores sino geranios blancos.
  (= No plantaría más flores aparte de geranios blancos).

También va coma en oraciones compuestas en las que la segunda expresa una consecuencia de la primera. Se reconocen porque la consecuencia suele ir introducida por de manera que, así que, conque.
Es 15 de abril, así que la tarde la dedicaré a hacer la declaración trimestral del IVA.

Y cuando una oración explica la causa de lo que dice la otra, se distinguen dos casos, uno con coma y el otro sin ella:
No se vendrá de cañas; está haciendo el IVA, porque es 15 de abril.
No se vendrá de cañas; está haciendo el IVA porque es 15 de abril.

El primer ejemplo dice que como yo sé que el 15 es el último día para presentar la declaración trimestral del IVA, deduzco que mi amigo está preparando el trámite y no saldrá. En ese caso el porque no introduce una explicación real, por eso está separado por una coma. El segundo ejemplo dice que la razón de que esté haciendo el IVA es que es 15 de abril; es una explicación real de la causa y por eso no va precedida de coma.

Si de lo que se trata es de poner orden al decir que puede pasar una cosa u otra (oraciones distributivas), nada mejor que una coma. También son necesarias en un tipo especial de esas oraciones: en las que interviene la expresión no solo… sino que.
Bien salga un geranio, bien brote una tomatera, la terraza quedará muy lucida. No solo estará bonita, sino que resultará acogedora.

Seguro que hay algún caso que no sale en esta entrada ni en las otras que tratan de la coma (aún falta una dedicada a la muy conflictiva, o no tanto, relación entre coma y conjunciones copulativas y disyuntivas) que hace bailar las comas. A cualquiera que escriba le saldrán decenas de frases en las que dudará si poner o no una coma. Es más, ante un mismo texto, dos personas con sólidos conocimientos de puntuación y con muy buen gusto en la redacción tendrán opiniones distintas sobre la mejor solución.
Si lo sé, no vengo. Si lo sé me quedo.

Nadie puede decir que una de esas dos oraciones está bien puntuada y la otra no; ni siquiera que una esté mejor puntuada que la otra. Depende del gusto del redactor, del estilo del texto en el que se encuentren y de otros factores subjetivos y sutiles que no se pueden someter a normas estrictas.

Conozco un excelente corrector que habla de la puntuación consciente (no de la normativa) y otro que mantiene que quien escribe (y no digamos quien corrige) puede interpretar la norma y adaptarla a sus necesidades expresivas. Pues esa es la cuestión. La puntuación tiene algunas normas y muchas recomendaciones, pero, como el catálogo de situaciones es infinito, es posible saltarse las unas y las otras; eso sí, si se conocen al dedillo y no se olvida que una coma puede cambiar el significado; mira, si no, qué fácil es pasar de sinvergüenza que compra políticos a politógo con dotes adivinatorias.
Tras las elecciones, han cambiado el alcalde como les dije.
Tras las elecciones, han cambiado el alcalde, como les dije. 

La coma (2, unas que sí van)

Aunque la puntuación tiene pocas normas, hay unas cuantas situaciones en las que se puede afirmar que no hay que poner una coma; esa dosis de atutía fue Las comas que no van. Pero alguna hay que poner y ahí empiezan las dudas. Un método (no inusual entre algunos gremios que suelen redactar textos) es coger una cierta cantidad y dejarlas caer a voleo, pero la experiencia dice que casi siempre caen donde no deben y que se nota mucho, así que veamos algunas de las funciones que desempeña la coma y las normas (o los usos y costumbres) para su colocación.

Separar elementos de una enumeración

Los elementos separados pueden ser oraciones completas.
Se han puesto imposibles de precio las berenjenas, los pimientos y las vacaciones en las Seychelles.   
Me voy de vacaciones, me olvidaré de todo, me relajaré una barbaridad y cuando vuelva tendré muchas ganas de trabajar.

En los dos ejemplos podría haber puesto la conjunción y en vez de comas, ya que se trata de añadir elementos; lo que no se puede hacer es poner las dos cosas. Dicho de otra manera, antes de una conjunción copulativa no va una coma…, excepto algunas veces; así que como el asunto tiene excepciones, discusiones, puntos de vista y gustos variados, el asunto una dosis generosa de atutía que ya está preparándose en la botica.

También desempeña esta función el punto y coma (será otra dosis de atutía).

Separar y acotar un inciso

Un inciso es una parte del texto que añade algún detalle al discurso principal, pero que no es imprescindible; si se elimina el inciso y las comas que lo delimitan, el texto tiene sentido y queda bien puntuado.
Quiero encontrar, sin tardar mucho, un billete barato a las Seychelles. Que no es que no pueda pagar, que no es por dinero, uno bien caro y en primera clase. Pero, mira, lo que me ahorre en el vuelo, porque en barco no pienso ir, me lo gasto, cuando me haya instalado en un chiringuito de la playa, en piñas coladas.

Nada hay más fácil que liarse con un inciso, estirarlo y olvidarse de poner la coma que lo cierra. También es fácil ponerlas antes de que empiece el inciso.
Las Seychelles no están a la vuelta de la esquina, así, que ya que voy, las veo todas. No me importa echar algún día más, y de paso, conozco seychellanos. 
Las Seychelles no están a la vuelta de la esquina, así que, ya que voy, las veo todas. No me importa echar algún día más y, de paso, conozco seychellanos. 

¡Ah! y mejor comas que rayas (las rayas son harinas de otro costal; dicho en lenguaje de blog, tendrán su propia entrada).

Separar el vocativo

Vale, ya no se escriben postales, pero sí mensajes por otras vías, y que la comunicación sea electrónica no exime de poner una coma que separe el saludo del nombre de la persona a la que se dirige el mensaje (ni de poner los dos puntos después).
Hola, Abundio: Te escribo esta postal desde las Seychelles.

Y aunque no se trate de una misiva, el vocativo, que no siempre es un nombre propio, sigue yendo entre comas.
—Ya ve, señorita, las Seychelles son un lío. Si quiere le hago de guía.
—Va a ser que no, guapito de cara, ya me apaño yo con un mapa.

Separar y acotar estructuras explicativas

Una estructura explicativa es la que explica algo sobre lo que hay justo antes. Esa definición ha sido un viaje sin alforjas, que no hacen falta. La última frase que has leído (justo antes de la que estás leyendo) no justifica la perogrullada de la penúltima, sino que solo sirve para ejemplificar una estructura explicativa: explica que no hacían falta alforjas para el viaje. Si no hubiera escrito una coma antes de que, el significado sería que hay unas alforjas necesarias y otras que no lo son, y que el viaje se hace sin las innecesarias (y sería una estructura especificativa). Al hablar es común marcar cierta pausa y hasta un cambio de entonación en las estructuras explicativas, aunque es frecuente que se produzca ambigüedad; sin embargo, en un texto escrito la coma lo deja bien claro.
El candidato, que se peina coleta, hace malabares para no decir que es de izquierdas.
El candidato que se peina coleta hace malabares para no decir que es de izquierdas.

En la primera oración se habla de una persona y se explica cómo se peina. En la segunda se especifica de cuál de todos los candidatos se está hablando y se deja abierta la posibilidad de que los otros sí digan claramente si son de izquierdas o de derechas.

Separar un complemento adelantado de la oración

Y el ejemplo va a servir de explicación.
Por desgracia, no hay una norma fija para estas comas. En los libros y otros textos escritos, verás que unas veces los complementos adelantados van separados por coma y otras veces, no.

Hay quien dice que se pone coma si el complemento adelantado está formado por más de cuatro palabras.

Separar las muletillas de confirmación

Por una vez, la pausa que se hace al hablar coincide con la coma.
Ya te había dicho que muchas comas son cuestión de gustos, ¿no? Es un lío, ¿ves? Acabas desarrollando un estilo propio de puntuar el texto, ¿verdad? Eso al escribir es importante, ¿no te parece?

Separar conectores de la oración que introducen

Es probable que estas comas sean las que más dependen del gusto. Ahora bien, lo usual es ponerlas. Unos cuanto ejemplos de esos conectores son: en cuanto a…, con relación a…, por lo que respecta a… Además, la coma no es optativa con conectores que introducen una explicación o que afectan al significado de toda la oración; aquí van unos cuantos: esto es, es decir, o sea, a saber, pues bien, ahora bien, en tal caso, por un/otro lado, en primer lugar, por último, además, a pesar de todo, por el contrario, sin embargo, no obstante, en cambio, por lo general, efectivamente, generalmente, naturalmente.
Por lo tanto, el autor siempre tiene la última palabra. No obstante, el editor puede indicar un estilo de marcar los conectores. Además, el corrector puede cambiar la puntuación.

Por otra parte, es posible escribir los conectores en medio de la oración; en ese caso deben ir siempre entre comas.
El autor, por lo tanto, siempre tiene la última palabra. El editor, no obstante, puede indicar un estilo de marcar los conectores. El corrector, efectivamente, puede cambiar la puntuación.

Separar oraciones

Las oraciones simples que forman parte de una compuesta están separadas mediante una coma siempre que la oración subordinada vaya delante de la principal. Como hay unos cuantos tipos de oraciones y algunas particularidades en las que vale la pena detenerse, reservaré la explicación y los ejemplos detallados para otra dosis de atutía. De momento, solo unos ejemplos.
Aunque parezca que lo de las comas es un lío, acabas cogiéndole el tranquillo.
Si esperas encontrar normas claras y sencillas, olvídate de aprender a puntuar.

Puedes repartir las comas al tuntún, pero es probable que no pongas bien ni una.

Sustituir un verbo que ya ha aparecido

Entre los poderes de la coma está el de hacer de verbo, siempre que ya haya aparecido en el texto y no esté muy lejos.
La vaca asoma en lontananza. Las nubes, por encima. La vaca da leche; las nubes, agua. La vaca come hierba; las nubes, aire. El pastor mira la vaca; el poeta, las nubes, y tú, al suelo para ver por dónde pisas. 

Está claro que las nubes asoman por encima, que dan agua y que comen aire; también que el poeta mira las nubes y tú miras al suelo. Y gracias a unas cuantas comas se evita la repetición de verbos. Conste que no es por ahorrar palabras, sino porque las repeticiones no son de buen estilo en castellano (generalizando y sin pensar en efectos particulares buscados y conscientes).

Es muy frecuente usar la coma en vez de los verbos ser o estar. También se hace al hablar, con una pausa más o menos marcada.
Tus amigos, de cañas, y tú, con la declaración del IVA. Claro que tus amigos son previsores, y tú, procrastinador. No pasa nada, solo que las cañas están en el bar y lo del IVA, en el ordenador.

Sin comas, hubiera sido así: Tus amigos están de cañas y tú estás estudiando. Claro que tus amigos son listos y tú eres procrastinador. No pasa nada, solo que las cañas están en el bar y lo del IVA está en el ordenador.

Introducir un matiz expresivo o destacar una circunstancia

Se trata de comas sin justificación sintáctica, pero con una enorme capacidad semántica.
Me voy a las Comoras, sin ti esta vez.

Y el interlocutor entiende que no te lo llevas porque en las Seychelles te dio el viaje. En una conversación hablada, habría una pausa y un cambio de entonación; ese significado se consigue con la coma (y con la cooperación del lector, claro).

Separar elementos de expresiones numéricas

En las fechas, el día de la semana y el día del mes se separan mediante una coma; también el lugar de datación y el día del mes. Además, en las direcciones, entre el nombre de la calle y el número del edificio se pone una coma.
El Villarejo de los Olmos, 30 de marzo de 1916.
Calle Rubio, 4, 2.º dcha.

Y en castellano, se suele emplear la coma para separar la parte decimal, pero nunca para marcar los millares.

Para acabar, como casi todo lo que tiene que ver con las comas es un depende y un casi siempre pero a veces, acabaré con una certeza que dé reposo a las almas desasosegadas por la maldita coma: etcétera, tanto la palabra completa como su abreviatura, etc., siempre va entre comas, salvo que esté al final de la frase, en cuyo caso irá seguida de un punto; nada, ni esto podía ir sin una excepción.

La coma (1, las que no van)

La puntuación estructura un texto y ayuda al lector a entenderlo. Cabría pensar que, puesto que al hablar no vemos ni puntos ni comas, en el texto escrito tampoco es necesaria la puntuación, pero lo cierto es que no es fácil leer sin ella.

Te tomas unas birras y esperas en la barra donde están los que están solos tú saca el móvil llama a unos colegas o vas a estar toda la noche esperando a ver si llega alguien que te entretenga pues en vez de esperar sin hacer nada piensa en el siguiente paso el moreno aquel de allá el moreno es el siguiente paso corto y me dirijo hacia el moreno con sus birras y las mías quién sabe

La puntuación tiene muy pocas normas. Hay algunas limitaciones y muchas indicaciones; también pautas que acotan los usos y enumeran las funciones de los distintos signos de puntuación, pero es casi imposible decir cuál es la puntuación correcta de un texto, incluso es difícil decir cuál de todas las opciones posibles es la mejor. El texto del ejemplo sirve para hacer pruebas; seguro que a cualquiera se le ocurrirá más de una manera de puntuarlo. Ahora bien, eso no significa que cualquier puntuación sea correcta ni, mucho menos, que cualquiera sea eficaz para la comprensión y la lectura del texto.

De todos los signos, la coma es el que da lugar a más vacilaciones y discusiones. Una coma puede cambiar el significado de un texto. He aquí algunos ejemplos proverbiales:
Vamos a comer, niños.                                          Vamos a comer niños.
No, vamos a esperar.                                            No vamos a esperar.
Tú, mujer, pasa delante.                                         Tu mujer pasa delante.
No sé inglés bien, lo sabes.                                   No sé inglés, bien lo sabes.
No, es mentira que te quiera.                                 No es mentira que te quiera.

A Julio Cortázar, de quien dicen que definió la coma como «esa puerta giratoria del pensamiento» se le atribuye este texto: «Lean y analicen la siguiente frase: Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda. Si usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra mujer. Si usted es varón, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra tiene».

Enorme, pues, el efecto que una coma puede producir en el texto escrito. Y más curioso es que al hablar casi nunca se produzca un malentendido a pesar de que no se digan las comas. ¿O sí se pronuncian? Hay pausas, claro está, pero escribir no es hablar, así que no siempre que se para de emitir sonidos debe haber un signo de puntuación; y, en el otro sentido, hablar no es escribir, así que no siempre que haya un signo se marca con la voz.

Por tanto, esta es la primera directriz que conviene seguir al puntuar: nunca pongas una coma allá donde al leer se te ha acabado el aire o te has quedado sin saber qué decir. La colocación de este signo debe responder a las necesidades del texto, no a las de tus pulmones ni a las limitaciones de tu discurso. Quien escribe no sabe nada de la capacidad pulmonar de quienes van a leer el texto, por lo que es inútil poner comas para que respire el lector; cada cual se administrará el aire como pueda y le convenga. Las comas desempeñan otras funciones y tienen otra utilidad.

Algunas comas que nunca hay que poner:

♦ Entre sujeto y verbo.
* El pescado de color grisáceo que comimos ayer en el restaurante nuevo, no debía de estar muy fresco.
El pescado de color grisáceo que comimos ayer en el restaurante nuevo no debía de estar muy fresco.

♦ Entre el verbo y los complementos que requiere para tener pleno significado, como el atributo, el complemento directo o el de régimen.
* Ya que habíamos ido al restaurante acabamos comiéndonos, el pescado grisáceo.
Ya que habíamos ido al restaurante acabamos comiéndonos el pescado grisáceo.
* Recuerdo aquel pescado y aunque no te lo creas me acuerdo, del cocinero.
Recuerdo aquel pescado y aunque no te lo creas me acuerdo del cocinero.
* Al final acabamos dándole el pescado, al gato que rondaba por el patio.
Al final acabamos dándole el pescado al gato que rondaba por el patio.

♦ Al final de una oración o de un párrafo o de un texto; siempre va un punto.

♦ Antes de conjunciones copulativas o disyuntivas (salvo excepciones protagonistas de otra entrada).
*No estaban frescos el pescado, ni la carne. Menos mal que la fruta, el vino, el pan, y el café estaban buenos. Y encima las sillas eran pequeñas, o de plástico. 
No estaban frescos el pescado ni la carne. Menos mal que la fruta, el vino, el pan y el café estaban buenos. Y encima las sillas eran pequeñas o de plástico. 

♦ Detrás de pero y antes de interrogación o de exclamación.
*Pero, ¿ahora resulta que hay comas incorrectas?
Pero ¿ahora resulta que hay comas incorrectas?

♦ Delante de una conjunción que en frases de tipo tan… que. Y en las de tipo si… que.
*Estaba tan pasado el pescado del restaurante, que van a catalogarlo como fósil. Si estaría pasado el pescado, que la piel parecía cartón.
Estaba tan pasado el pescado del restaurante que van a catalogarlo como fósil. Si estaría pasado el pescado que la piel parecía cartón.

♦ Tras el nombre o cualquier apelativo de la persona a la que se le dirige una misiva, aunque sea en forma de correo electrónico. Es una forma usada por los hablantes de inglés, que da la curiosa coincidencia de que escriben sus misivas en inglés (sí, la puntuación, como las palabras, tiene idioma y se traduce y hay que evitar los calcos).
*Querida mama,  
Ayer nos dieron un pescado asqueroso en el restaurante.
Querida mama: 
Ayer nos dieron un pescado asqueroso en el restaurante.

Además de tener claro que esas comas no van, conviene observar que una coma siempre interrumpe el discurso; por tanto, mejor echarlas de menos que tener que apartarlas a manotazos para poder seguir leyendo.

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