Tengo una costumbre: al tercer leísmo no aceptado que encuentro en un libro que acabo de comprar, voy y lo devuelvo. No es que no entienda lo que dice el texto; es que denota que la editorial vende como producto en buen estado algo que tiene tara. Un libro (cualquier texto) tiene dos materias primas: las ideas y la lengua; ambas las suministra el autor, pero el editor tiene la responsabilidad y la obligación de desbastarlas y aplicar los controles de calidad que hagan falta. Entre esos controles están las correcciones; era práctica común hacer tres[1], se pasó a dos, a una… y ahí están: libros a precio de producto en buen estado con agujeros y descosidos por todos lados y sin aviso de tara.
Y cumplido el desahogo y la advertencia, vamos a por ese síntoma de que no se ha cuidado un texto. El leísmo consiste en usar el pronombre le como complemento directo (CD), es decir, el que recibe la acción que expresa el verbo.
– Anacleto es muy bueno. Le contratarán seguro.
– *El chucho no para de ladrar. Si le cojo, le corto las cuerdas vocales… a la dueña.
– *Tu cuñada y sus complementos luigüitón y cristiandiós. No hay quien le aguante.
– *Mis vecinos ponen tecno a todas horas; por eso les odio.
Anacleto, el chucho, la cuñada y los vecinos son el CD de sus frases respectivas, porque reciben la acción de ser vistos (¿ves que acabo de poner el verbo ver en pasiva? Eso también es una pista para reconocer el complemento directo: le das la vuelta a la oración y hace de sujeto). Y si los tres son CD, ¿por qué he puesto el primero en verde y los otros en rojo? Pues porque se admite el uso del pronombre le como CD cuando se refiere a una persona, en masculino y singular; pero nunca para femenino ni para plural, y tampoco para sustituir complementos directos que no sean personas[2]. Así que lo correcto es:
– El chucho no para de ladrar. Si lo cojo, le corto las cuerdas vocales… a la dueña.
– Tu cuñada y sus complementos luigüitón y cristiandiós. No hay quien la aguante.
– Mis vecinos ponen tecno a todas horas; por eso los odio.
También se admite el leísmo singular y plural referido a masculino en oraciones impersonales con se (parece que se ha arrastrado por afinidad fonética el pronombre y lo ha llevado hasta les). Sin embargo, no se tolera en femenino. Por otra parte, es perfectamente correcto (y común en Hispanoamérica) usar los pronombres lo/los..
A los amigos del novio se les/los espera por la tarde, pero a las amigas de la novia no se las espera hasta el día siguiente.
Cada pronombre tiene su función. El leísmo, el loísmo y el laísmo están muy arraigados en el habla de algunas zonas; nada que objetar a los usos de los hablantes. Quizá la lengua evolucione en ese sentido y algunos de esos rasgos, o los tres, se consideren correctos, pero de momento conviene evitarlos en los textos, incluso el leísmo tolerado (salvo que caracterice el habla de un personaje), porque es muy fácil dejarse llevar y no usar más pronombre que le aunque el antecedente del CD no sea un sustantivo que designe persona masculina y singular.
*Mariloli y el novio venga a hablar del perro de su cuñada. Yo quería avisarle, que para eso somos parientes, de que tienen que vacunarle y por eso tardará.
Y no sabes si quería avisar a Mariloli o a su novio, ni si vacunaron a la cuñada o al perro.
[1] Era práctica habitual que de esa tarea se encargaran correctores de oficio y experiencia probados, buenos conocedores de la gramática y de la ortografía, así como de los usos y costumbres en la puntuación y la ortotipografía, y con un léxico rico y preciso. Todo eso tiene muy poco que ver con lo que se estudia en una carrera de Filología y no se tiene por el mero hecho de ser aficionado a la lectura.
[2] Los pronombres que actúan como complementos pueden complicar bastante la sintaxis; por ejemplo, con los verbos de percepción (ver, oír, etc.) o psíquica (convencer, asustar, etc.) y con los de influencia (ordenar, permitir, etc.). Mejor lo dejo para otra dosis de atutía.